Todo comienza con la historia de Giuseppe Garibaldi (León de Caprera, 1807-1882), quien, allá por el año 1860, tenía un ejército de mil hombres, todos voluntarios, denominados precisamente Los Mil. En el año 1890, estos veteranos de Garibaldi habían emigrado a la República Argentina y, por sus dotes musicales, ingresaron a la banda de música de la "Sociedad Unión Artesanos", la cual tenía su sede en la zona denominada "La Colonia", más precisamente en la intersección de las actuales calles Vicente López y Presidente Juan D. Perón (edificio que aún existe en la actualidad). Sin embargo, en el año 1897, los veteranos de Garibaldi se agruparon para fundar la llamada "Societá Filarmónica Volontari Di Garibaldi". Fue el 25 de octubre y, como es de imaginar, entre las dos bandas no se tenían demasiada simpatía.
Sucedió entonces que llegaba una de las fiestas patrias; en el programa estaba contemplado un desfile con ambas bandas (hermosa costumbre de tiempos idos). Se convino que cada una de las bandas alternaría la fiesta, pero con el agregado de que cualquiera de ellas que interpretara una marcha debía hacerlo de principio a fin. Ni un agregado, ni una sola nota de más. Trato hecho. No sabemos si entre los músicos o simplemente entre los directores, llegaron a darse la mano para sellar el compromiso. Pero entre la Municipalidad y la Sociedad Cristóforo Colombo se produjo el intríngulis: mientras una de las bandas respetó el pacto, la otra, en su entusiasmo, prolongó unos compases la marcialidad de los sonidos. ¡Válganos Dios la que se armó! Rompió a soplar la otra banda y así entraron las dos, a todo lo que daban, al local de fiestas. Aseguran quienes evocan el pasaje que ni enganchándole una locomotora a cada instrumento podía ser arrebatado de los labios de los entusiasmados, coléricos y pujantes músicos. Soplaron como unas dos horas sin parar, quizás más. Ninguna de las partes quería ceder. Si la "Garibaldina" era de aguante, no menos lo era la de "Artesanos". De bote en bote el salón, las paredes estaban ya a punto de agrietarse con tanta presión a viento. Y el espíritu, tremendo espíritu de cada músico, vaya a saber cómo. De tal temple eran los muchachos de la "Unión Artesanos" y los de la "Garibaldina", raíz real e histórica de la Sociedad de Bomberos Voluntarios actual.
La Societá Filarmónica tenía dos objetivos: honrar al "León de Caprera", cuyo nombre ostentaba, y sostener una banda de música. Tuvo dos maestros: Carlos Vianello y Antonio Gurián. La última Comisión Directiva (1910) estaba formada así: presidente, Alberto Bick; secretario, Atilio Rímini; pro-secretario, Juan Fraccasi; tesorero, Carlos Redaelli; vocales: Natalio Marzidi, César Cposoli, Atanasio Morino, Héctor Boila, Luis Predivere, Luis Amelotti y José Guídice; director de la banda, Antonio Tonello; inspector de banda, Guillermo Ithurzarry. El escudo de la Societá Filarmónica era redondo, con una lira en el centro sobre dos ramas de laureles con la inscripción SOCIETÀ FILARMÓNICA VOLONTARI DI GARIBALDI * QUILMES *.
En el año 1911, esta sociedad tenía su sede social en la calle Garibaldi 90, pero las actividades habían decaído tras un esfuerzo de varios años. Entonces, el señor Guillermo Ithurzarry propuso la formación de un cuerpo de bomberos voluntarios, inspirado quizá en el ejemplo de los precursores: los de la Boca. Así, el martes 31 de octubre se concreta la iniciativa: surge la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Garibaldi (el primer sello de la institución ostenta en el centro una lira sobre dos hachas cruzadas, todo un símbolo que revela su origen). Posteriormente a la primera sede de Garibaldi 90, la Sociedad se mudó a la calle Alem 210, casi esquina Lavalle. En el año 1925 se adquiere el primer local propio de la Institución ubicado en la calle Mitre 776, durante la presidencia de Marcos Pereyra. En el año 1932 se inaugura el cuartel de Garibaldi 318, sede de la Institución hasta el año 1993, en que se traslada a su actual ubicación en Guido 87. Cuando los límites del Partido de Quilmes eran más extensos, se creó un destacamento en Berazategui. Uno de los primeros incendios de la recién creada Sociedad tuvo lugar en la calle 3 de Febrero (hoy Alem) y Brown, en la fábrica de fideos de Marenzi. Allí, sólo con baldes provistos por los vecinos y mucho coraje, se logró dominar el fuego. El primer jefe con que contó el Cuerpo Activo, Don José Bonadeo, provenía de la institución hermana Sociedad de Bomberos Voluntarios de Avellaneda, que prestó activamente su cooperación a la recién creada institución, a través de la donación de 12 hachas. Lo sucedieron el Sr. Atilio Perugia y el Sr. Carlos Radaelli. Presidió la Institución en sus primeros meses Don Miguel Oliveri, a quien lo sucedieron el Sr. Clemente Lucco y el Sr. Emilio Vechi. En el año 1935, asumió la presidencia de la Institución Juan Pollak, quien se desempeñó en esa función durante 16 años. Su significativa actuación dejó una senda bien marcada; encarando múltiples tareas, diseñando vehículos, el edificio del cuerpo de bomberos, y eficaces elementos para combatir los posibles siniestros. Le dio jerarquía y unidad al Cuerpo Activo, entregándole una Banda de música a la población de Quilmes. En el año 1964, durante la presidencia de Don José Goldar, la Sociedad recibió los títulos de propiedad de 4 lotes donados por la Cervecería Quilmes, ubicados en la intersección de las calles Guido y San Martín, con la intervención especial de nuestro presidente honorario Don Otto Bemberg. En el año 1970 se adquirieron 7 lotes linderos a los anteriores. No podemos dejar de mencionar la creación de los actuales destacamentos. Debido a la gran extensión de nuestro partido, y con la necesidad de hacer más eficiente el servicio, durante la presidencia del Escribano Raúl Iturralde se crearon los dos actuales destacamentos: el 10 de diciembre de 1972 se inaugura el Destacamento Ezpeleta, denominado Jorge Newbery, apadrinado por la Fuerza Aérea Argentina. El 6 de octubre de 1979 se inaugura el Destacamento Quilmes Oeste, denominado Almirante Brown, apadrinado por la Armada Argentina. El 31 de enero de 2003 se inaugura el Destacamento Ribera, denominado Guardacosta Rio Iguazu, apadrinado por la prefectura Naval Argentina.
Finalmente, para concluir esta breve reseña, en la actualidad contamos con 105 bomberos (hombres y mujeres), 36 reservistas, 21 miembros de la Comisión Directiva en total 155, todos trabajando en forma voluntaria y desinteresada, atendiendo más de 1500 intervenciones por año de forma ininterrumpida.
Bombero Sánchez
Historia
En 1956, el país estaba convulsionado por el golpe de estado militar que derrocó al presidente Juan Domingo Perón. Varias fueron las escaramuzas que tanto golpistas como partidarios del gobierno depuesto afligían a los argentinos.
El 18 de diciembre el Oficial 3° Sánchez del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Quilmes José María Sánchez recibe la información que en el paso peatonal bajo nivel de la calle Salta, vecino a su domicilio (Salta N° 6), había un elemento extraño que se suponía un explosivo. Concurre al lugar y comprueba que se había puesto una bomba para que estallara al paso del tren. Cumpliendo con el deber y vocación de servicio, aún sabiendo a lo que se exponía, Sánchez intenta desactivarla colocando el explosivo en un balde con agua, sin embargo, la bomba estalló en sus manos, muriendo inmediatamente en acto de servicio. A su vez, el vecino Jaime Campos sufrió heridas en una pierna. Así se evitó la catástrofe mayor que se hubiera producido al paso del ferrocarril.
José María no era una figura pública, era un hombre sencillo, trabajador, altruista, abocado a su familia y a su comunidad. Era uno de esos héroes anónimos que sirven sin gran fanfarria la mesa de la Patria. Tenía 43 años. Había nacido en Quilmes en 1913. Era hijo de Pilar Ballina y de José Sánchez, emparentados con las familias Rubini, Ronconi, Di Tulio y Ochoa. Estaba casado con Nélida Magdalena Bella con quien tuvo a Ilda Noemí y a José Ángel. Había ingresado a la Sociedad Bomberos Voluntarios de Quilmes a los 16 años en 1929. Trabajaba en la Cervecería Quilmes donde era muy querido y respetado por su carácter afable y servicial además de aguerrido e intrépido.
El panegírico del día de su inhumación lo dio el vicepresidente de la Sociedad Bomberos Voluntarios de Quilmes don José Goldar (padre) y habló también el dirigente radical Esteban Tomero, partido a la que Sánchez adhería.
Fue ascendido a Oficial 2º post mortem. Hoy en día la calle de la tragedia, Salta, lleva el nombre de este mártir civil, además de una calle del partido de Berazategui. El 2 de junio de 1981, en la celebración del día del Bombero Voluntario Argentino, se bautizó a la E.G.B. 69 sita en la calle Larrea 3922 de Ezpeleta, “Bombero Voluntario José María Sánchez”.